MI NIÑA

Esa pequeña que aún vive en mí

Desde muy chica la necesidad de conectar con lo artístico fue para mí una SED. Así lo experimentaba... como una potente necesidad que solo se calmaba si podía satisfacerla. Y cómo podía satisfacerla? Dándole espacio para SER. No importaba si el canal de expresión artístico era la música, la danza, la pintura, el teatro o la escritura, simplemente esa sed se saciaba. Una y otra vez podía constatar la serenidad, la alegría, la conexión que experimentaba luego de ese momento.

Mi vida no me llevó precisamente por el camino del arte, sino por los aprendizajes que llegaban a través de lo académico. Mis creencias y mandatos familiares, me distrajeron un largo tiempo del camino de la exploración y me acercaron al desarrollo intelectual.

Pero como ya dije, esto era una SED y por tanto mi alma encontró el modo de saciarla, al menos un poco, a través de la profesión que elegí por muchos años: ser maestra jardinera o docente de Nivel Inicial... En ese espacio mágico que es el jardín, podía promover el arte en mis niños y disfrutar de ese entorno de colores, canciones y ritmos tan únicos. Toda mi creatividad estaba enfocada a diferentes modos de propiciar aprendizajes a la medida de las necesidades de mis alumnos. Cada año era un lienzo en blanco, un pentagrama sin notas, un cuaderno nuevo, una invitación a crear. Gracias a mis alumnos y alumnas pude mantener mi conexión con mi niña interna, que es esta pequeña de la foto.

Mirar a esa niña que fui (y aún, un poco, soy) me llena de ternura. Todo ya estaba allí, todo. Lo que soy, lo que amo, lo que late en mí, lo que me apasiona, lo que necesito...